domingo, 13 de noviembre de 2016

Es un te necesito.

Nos miramos directamente a los ojos, envueltos en un silencio desafiante. Sus pupilas devuelven mi imagen desde la profunda negrura de su ser; los espejos más perfectos de, posiblemente, todo el universo. Odio mirar directamente a los ojos, pero en este momento sé que no hay nada más importante que mantener la vista fija y los labios apretados.

El ambiente se ha vuelto casi insoportable. Escucho como el corazón me late en los oídos, cada bombeo de sangre con un sentimiento diferente. Bum. Odio. Bum. Amor. Bum. Odio. A veces ambos sentimientos se superponen, y es tal vez una de las cosas más confusas que he sentido nunca. 

Bajo la corriente de emociones, el deseo de recorrer la escasa distancia que nos separa y plantarle un beso en los labios, es casi desgarradora. No es deseo, no son ganas, es necesidad. Y esto es, de lejos, lo que más miedo me da de todo esto, más que la relación tambaleante y la bipolaridad. 

Es un necesito. Uno que tal vez no diré jamás. 

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