Las palabras son poder. Las palabras pueden elevar a una persona al cielo o pueden hundirla en la más maldita miseria. Quien domina las palabras puede controlar a los demás como si fueran simples marionetas. Las palabras hacen que puedas entrar en las mentes ajenas y te permiten también ganarte sus corazones.
Las palabras adecuadas pueden arreglar la catástrofe más espantosa, ocultar los secretos más oscuros e incluso cambiar la ideología de millones de personas. ¿Qué es la biblia, si no un montón de palabras por las que hay gente capaz de las más inimaginables locuras?
¿El dinero? ¿La fama? ¿La fuerza? ¿El miedo? ¿La belleza?. No. Nada de eso. El verdadero poder es algo infinitamente más sutil, más intrincado y tan indetectable como el veneno. Las palabras son el poder. Son el poder al alcance de todos pero solo dominadas por unos pocos.
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