martes, 4 de octubre de 2016

La ilusión es una perra.

La ilusión es una perra. Así de simple y contundente. Estoy seguro de que a lo largo de los siglos ha roto millares de corazones. Nadie es inmune a ella. Todos esperamos algo. Todos nos llevamos ostias continuamente. Supongo que es algo relacionado con la naturaleza humana, eso de esperar cosas continuamente y después ver que la mayor parte no se cumplen, o no resultan como queríamos en nuestra vida imaginaria. Todos sabemos de qué estoy hablando, pero aún así, he aquí algunos ejemplos. 

Esa persona que esperaste. Y no llegó. 

Esa situación que anhelabas. Y nunca ocurrió. 

Ese beso que quisiste dar. Y se quedó en tus labios. 

Aquello que querías hacer. Y nunca se te ofreció. 

Todas las horas que invertiste en un proyecto. Para estrellarte estrepitosamente. 

Aquella meta que quedó demasiado lejos. 

Aquellas palabras que tanto necesitas y nunca te dijeron. 

Esas décimas que cambiaron el rumbo de tu vida. 

El golpe que nunca devolviste. 

La caricia que jamás te dieron. 

El país que nunca visitaste. 

El cigarrillo que no fumaste.

La oportunidad que no conseguiste. 

El amigo que se marchó. 

Los seres queridos que se fueron. 

Las mascotas que enterraste. 

La gente que querías y después de romperte violentamente el corazón te robaron un trocito. 

Querido lector, de ilusiones no se vive. 
Se vive y punto. 

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