lunes, 26 de octubre de 2015

Carne, hueso y saliva.

Fue una noche extraña. De esas que al día siguiente recuerdas y no sabes como terminaste en aquellas situaciones. Besos robados a traición, besos rogados y aceptados por la situación, besos públicos, besos anónimos, 'hola qué tal' como filosofía de vida. Amores ausentes. Chicas obsesivas, locas, cleptómanas de poder. Chicos electrónicos, potentes, eléctricos. Atenciones cruzadas entre bandos. El juego del quién es quién en carne, hueso y saliva. Una banda sonora pop. Heridas, golpes, sangre y orgullos rotos cuyos trozos se esparcen por los adoquines. Tequila sin sal ni limón. El mar cayendo del cielo, llorando por las cosas que se perdieron aquella noche, o que quizá nunca habían estado allí, llevando consigo una espesa capa de nostalgia. Tintes, lentejuelas, vodka escondido en setos, policías, canciones guarras. Más tabaco del que puedas contar, que se disuelve el volutas de humo gris y mentolado. Reencuentros, copas de más, copas de menos, mentiras y falsas intenciones. Amistades de una noche, de esas que al día siguiente recuerdas por esa absurda foto en Instagram. Vicio, sed, puñaladas que vuelan como saetas. Caricias por la espalda de desconocidos, tu culo profanado por manos ajenas y tu autoestima haciendo lo inverso a lo que debería de estar haciendo aquella noche.

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