Tu vida sigue con tus amigos, tu pareja y tus días de sol, mientras que la mía se encuentra suspendida, como si se encontrara en coma y por la ventana solo se viera una perpetua lluvia.
Pienso en ti, y en tu maldita risa. Tus chistes malos. Tu filosofía. Pienso en ti y en todo lo que conllevas, todo lo que nunca podrás regalarme.
Espero que estés bien y que te acuerdes de llamar algún día.
Yo estaré ahí, junto al maldito teléfono móvil al que le he vendido mi alma a cambio de un mensaje tuyo.
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