miércoles, 9 de septiembre de 2015

Las cosas que nunca pasaron.

A veces reflexiono sobre las cosas que no han sucedido en mi vida. Cualquiera puede pensar en las cosas que sí han pasado, por que efectivamente, esas cosas han sido transcendentales, y no requiere ningún tipo de esfuerzo invocarlas en nuestra cabeza. 

Pero pensar en las cosas que no han pasado, requiere un esfuerzo mayor, y una dosis de imaginación, y en cierta medida de frialdad. Hay tantas cosas que no ocurren en nuestras vidas... que son casi demasiadas como para poder plantearnos siquiera la posibilidad de poder reflexionar sobre ellas. Pero hay muchos casos en los que es posible plantearnos que hubiera pasado en ese mundo ficticio. O al menos nos damos cuenta de lo cerca que hemos estado de la felicidad o del horror. 

Es sobre todo el tema de los amores que no he tenido el que roba el foco cuando mi desordenada cabecita piensa en cosas que no han ocurrido, por que bueno, efectivamente hay muchos hilos en esta parcela. Y lo sorprendente es que me alegro enormemente de muchos de los fracasos sentimentales que en su día me escocieron como colonia en los ojos. 

¡De lo que me he librado en muchas ocasiones! 

Tal vez el tiempo no lo cure todo, pero te da perspectiva para mirar las cosas malas, y verlas un poco más buenas. Por que no todo lo malo es malo realmente. A veces algo malo es lo mejor que puede pasarnos en la vida. 

Y entro aquí en el tema de haber suspendido matemáticas, no hacer selectividad, haber tenido que estudiar en verano, y no ir a la universidad. 

En su momento fue uno de los golpes más duros de mi vida. 

Me desmoroné como un castillo de arena. 

Pero ahora, a una semana de selectividad, ya más relajado, menos roto y con la cabeza un poco más fría, creo que eso que en su momento fue un mundo ahora no es tan malo. Es cierto que no iré a la universidad este año, pero al menos tengo la posibilidad de ir el curso que viene, y de utilizar este periodo para dedicarlo exclusivamente a mi, cosa que no he podido hacer anteriormente. 

Y al final parece ser cierto eso que dicen de que hasta las cosas malas tienen su lado bueno.

Y es que la realidad, como la luna, las monedas y las personas, rara vez tiene una única cara. 

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