miércoles, 8 de octubre de 2014

Era uno de aquellos días.

Era uno de aquellos días en los que no le apetecía nada más que rodear su enorme cuerpo con los brazos y hacerse un ovillo en su cama. No tenía ganas de hablar con nadie, ni de estudiar, ni de hacer absolutamente nada. Simplemente dejarse caer en la almohada y tratar de recuperar aquellas horas de sueño que había perdido hacía tanto tiempo. 

En días como aquellos, se replanteaba su existencia, pensaba las razones por las que tenía los píes sobre la tierra y la cabeza en un ascensor con complejo de yoyo que subía al mismísimo cielo y bajaba a las remotas entrañas de la tierra. Lo malo de aquellos pensamientos, era que nunca conseguía sacar nada en claro, y terminaba por llegar a aquella conclusión, que antes le horrorizaba y ahora era tan frecuente que se había acostumbrado a su presencia.

El días como aquel, ser un inútil le pesaba más que nunca sobre los hombros. 'Nunca harás nada bien, nunca lograrás lo que quieres'. Sabía que aquellas palabras envenenadas eran tan ciertas como que el fuego quema. Pero estaba tan cansado que aquellas palabras, y tantas otras que deambulaban por su cabeza a modo de eco, que dejaron de herirle. Dejaron de herirle por que no había ni un centímetro de su piel sin sangrar.

En días como aquellos, simplemente quería que todo transcurriera con toda la ligereza que el tiempo pudiera conceder.

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