Ahora, ya había dejado de calificarse como 'Montaña Rusa'. No, ahora era más que eso. Ya no tenía cambios de humor por día. Los tenía por momentos, por segundos, cambios tan rítmicos y constantes como el latido de un Corazón que se hincha y deshincha al compás de los pulmones. En un segundo estaba bien, hablaba, intentaba que las palabras le salieran de su interior, pero al otro segundo solo quería estar solo, hacerse un ovillo en su cama y no volver a salir nunca más de allí. En un momento te amaba, y en otro te odiaba pro igual. En un segundo se hacía querer, y en otro era la persona más ácida que pudieras encontrar. Había momentos en los que necesitaba que lo abrazaran, y otros en los que detestaba que lo tocaran. Todo esto a la velocidad de un vertiginoso segundo.
Bumbum ... bumbum... bumbum...
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