martes, 10 de diciembre de 2013

Jóvenes sin corazón.

Es curioso, cómo, simplemente nos olvidamos de las cosas importantes para entregarnos a lo intrascendental. Sacrificamos nuestro cuerpo, nuestras mentes, y nuestra propia esencia a cambio de una taza de aceptación por parte de la sociedad que nos presiona a cambiar. Nos hace cambiar, hacía un ideal, cada vez menos humano, más consumista y más sumisos. Callas tu voz para encajar, encojes tu corazón para poder entrar, y cambias lo que te puede hacer feliz por lo que supuestamente te debería hacer feliz. No sólo perdemos el corazón y la humanidad, perdemos nuestra propia identidad, perdemos las riendas de nuestras vidas. Y sin ser dueños de nosotros mismos, no seremos realmente felices. Una paradoja si pensamos que hemos cambiado lo que nos puede hacer potencialmente felices por lo que supuestamente consideramos la felicidad. Somos cada vez más dependientes de la opinión de los demás, y vamos mutando cada vez más hacía el ideal colectivo, sin realmente hacer lo que nosotros queremos. Y contra más cambiamos, más vácios nos encontramos, nos preguntamos que nos falta, sin percatarnos de que lo hemos perdido por el camino. Y contra menos corazón, menos humanos, y menos humanos son las personas que nos rodean. No estaremos vivos. Tan sólo respiraremos. Respiraremos en un cuerpo y en una mente por los que hemos pagado un alto precio, nuestros corazones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario