domingo, 13 de diciembre de 2015

Expectativas

Ocasionalmente se espera demasiado de nosotros. Nuestros padres pretenden que no les mintamos, que seamos buenos -y ligeramente beatos-, y que nos comamos las lentejas sin rechistar. Nuestros profesores esperan que aprobemos, que hagamos esa cantidad inhumana de deberes, que quememos nuestras horas delante de libros y apuntes remarcados por subrayadores fluorescentes. Nuestros amigos esperan disponibilidad horaria, como si fuéramos una hamburguesería abierta veinticuatro horas para pernoctadores. Todos esperan algo de nosotros, nos conozcan, o no. 

Se nos exige tomar el rumbo hacia la perfección, y se espera que nosotros mismos deseemos, anhelemos eso. Que nosotros saquemos uñas y dientes, que quememos nuestras pestañas, que estrujemos nuestros cuerpos y que actuemos acorde a ese guión, en el que por supuesto no hemos puesto ninguna tilde. Por que nos dicen que tenemos que ser los actores de nuestra propia vida, pero no los guionistas. 

Se espera que vayamos a la universidad, que nos obsesionemos con nuestros cuerpos y los llevemos límites insalubres, que apechuguemos con lo que nos dan, que nos resignemos, que aguantemos. 

Se espera tanto de nosotros, se nos exige tanto, nos piden tanto, que olvidamos mirar dentro en lugar de fuera para encontrar lo que queremos de verdad, lo que realmente es correcto, lo que es bueno para nosotros, lo que nos hará libres, felices en este frenesí disparatado que es la vida. 

Es hora de cortar los hilos.

1 comentario:

  1. A veces hay que perderse para encontrarte. Perdete dentro tuyo, amigo mío. Perdete en tus pasiones y sumergite en un estanque repleto y rebosante de una sola persona: vos.
    Regresa ahí cuantas veces lo necesites. Tomá sol en la orilla o date un baño en sus aguas. Permitite ese espacio que es solo tuyo y volve cada vez hasta que te sientas lo suficientemente vos para regresar a la vida y enfrentarte al mundo.


    Te quiero.

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