sábado, 1 de noviembre de 2014

Sé que mientes.

Él sabía que ella le estaba mintiendo. Le mentía desde hacía tiempo, cuando le decía que sus intervenciones eran mera casualidad o que hacía tiempo que había dejado aquel vicio tan socorrido por muchos.

Él no llegaba a comprender el por qué de sus mentiras. Él, siendo tan turbulento como era, no le había mentido nunca. Era, en cierto modo, una gran estafa que ella le pagara con mentiras lo que el le ofrecía en verdades.

Ante todo, él se había considerado importante para ella, pero empezaba a sospechar que todo había sido el efecto de un truco de mágica realizado por alguien con las manos ligeras.

Muy bien. Ella podía mentir todo lo que quisiera, pero al hacerlo, había entrado en la bolsa de personas que creían que podían mentirle o ocultarle algo. 

A él le encantaba bailar al son de esa canción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario