Pensaba en las nubes

Pensaba en las nubes de agosto mientras miraba soñadoramente por la ventana de su habitación, con un tazón humeante de té junto a él. Sacudió la cabeza y volvió a a enfrascarse en la lectura de sus interminables apuntes subrayados y de orden cuestionable. Su vida los últimos días habían sido simplemente eso: Beber enormes tazas de té tibio mientras estudiaba multitud de asignaturas superfluas y miraba de vez en cuándo por la venta en busca de la inspiración divina que le ayudara a aprobar la cruel avalancha de exámenes diarios que se avecinaban. De vez en cuándo se daba el lujo de separar los ojos de las ecuaciones, enlaces químicos, o análisis de frases y añorar el verano. En líneas generales le gustaba mucho más el invierno, el frío y las bufandas, pero la promesa de bañarse en el mar, poder acostarse tarde, levantarse más tarde aún, ver series, quedar con sus amigos, leer la interminable lista de libros que tenía en la mesita de noche y comer helado hasta reventar los pantalones era demasiado tentadora. Cada día que pasaba tachaba con un rotulador de color rojo un día de su calendario, contando hasta el último segundo que le quedaba para sus ansiadas vacaciones de verano. Nada de madrugar, nada de asignaturas aburridas, de juegos absurdos en educación física o de profesores idiotas. Nada de tardes enteras para aprender la historia de la filosofía o sobre números imaginarios. Nada de nada. Dejar por un par de meses la vida de estudiante atrás y poder simular que había terminado para siempre le daba fuerzas para dar un trago de su infusión favorita, morder el boli bic y seguir con su ardua tarea. Pero eso sin dejar de pensar en las perezosas nubes de agosto nadando en un infinito mar azul.