martes, 24 de diciembre de 2013
¡Feliz Navidad!
Se levantó de la cama, apartando con los pies las cálidas mantas de invierno. Por la ventana que tenía en frente, empañada por el frío del exterior, entraba luz a raudales, a pesar de que el cielo lucía gris y nuboso, amenazando con romper en lluvia en cualquier momento. Embutido en su pijama celeste con estampado de pequeñas estrellas blanquecinas, se acercó a la ventana y la abrió, dejando pasar a la habitación un soplo de aire gélido mientras que le deseaba buenos días a las flores de las macetas. Desayunó cereales con sabor a cartón en leche tibia, y mientras que se llevaba una cucharada metílica chorreante de leche, se fijó en el calendario con imágenes de gatitos. 24 de Diciembre. Apuró la leche que quedaba en el tazón, y tachó el día con un rotulador rojo, tal y cómo solía hacer todos los días, sin prestar mayor atención a esa fecha tan señalada por todos. Antes, ese día le habría causado emoción, y los días anteriores habrían estado cargados de ilusión y un tonto nerviosismo. De hecho, años anteriores se habría levantado horas antes, bastante temprano, para comenzar a preparar la cena. Todo eso era antes de que su vida cambiase.
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