Mire expectante la puerta blanca mientras esperaba en la enorme y atestada sala de espera.
Las rodillas me temblaban violentamente. Mas bien, yo entera temblaba.
Lloraba silenciosamente ante la mirada de curiosidad de las demás personas. Una anciana, se me acerco silenciosamente. Me agarro la mano y me seco las lagrimas. Acto seguido, se fue sin cruzar palabra.
La gente cuchicheaba, pero me daba igual, mi mente se encontraba lejos, a horas atrás, en aquella fatídica calle. No podía pensar con claridad. Ella apareció por el umbral de la puerta, me miro, y acto seguido, me levante a toda prisa, y me aproxime. Me indico que la siguiera, y así lo hice.
Allí me encontraba, en aquella sala blanca, con vistas a un enorme jardín, y con maquinas que pitaban fuertemente. Cuando lo vi, conectado a esos aparatos, con la certeza de que quien debería de estar ahí era yo, las lagrimas rodaban con mayor velocidad por mis mejillas y entre sollozos, volví a mirar a su madre, derrotada por todo lo que había pasado esa tarde. A pesar de todo, no había acusación en sus ojos, ni odio, nada mas que tristeza. Una tristeza infinita.
-Os dejo solos- Poco a poco, se deslizo hasta la puerta- Aprovecha que aun esta consciente. No queda mucho para ...
No puedo acabar de hablar. Rompió a llorar, y salio del cuarto sin añadir nada mas.
Me acerque a el. Contuve, sin mucho éxito, las lagrimas, y le pregunte con una voz entre cortada
-¿Como estas?
El me dedico una de sus típicas y carismáticas sonrisas, aunque parecia que le costo un gran esfuerzo. Su sonrisa, aun empapada por su luz natural, era evidentemente mas apagada que nunca.
-Creo que es obvio que no muy bien
Me sentí realmente estúpida, y no pude evitar comenzar a llorar desconsoladamente, rogando a plena voz que me perdonase. El me miro interrogante, y me pregunto:
-¿Perdonarte? ¿El que? -Justo antes de que yo pudiese decirle nada, añadió- Te aparte de la carretera por decisión propia. Son mis actos lo que me han conducido aquí. No los tullos. Y es mas, volvería a hacerlo. No me arrepiento de nada.
Llore con mas fuerza. Nunca mas volvería a escuchar su voz, a ver su sonrisa, a aguantar sus bromas, a tener conversaciones sobre la vida, a ver su realidad, a recivir sus pésimos consejos, a darle un abrazo, a revivir esos ánimos que me daba, a ver su luz todas las mañanas, a tener experiencias inusuales por la tarde ... A vivir. Pero no se lo dije, no quería hacer mas dura aquella situación.
-El adiós siempre es difícil. -Su voz me sorprendió en mis pensamientos- No estés triste.
Entre llantos, pude decir
-Te voy a extrañar mucho. Muchísimo. No se por que lo has hecho. Si mueres ... si mueres una parte de mi morirá contigo.
El sonrió. O mas bien lo intento. Una media sonrisa llena de tristeza y dolor asomo en su cara. No era buena señal. Estaba cerca.
-Creo que sera un cambio justo, ya que una parte de mi, vivirá en ti. En tus recuerdos, en tu ser.
Una gran ráfaga de viento abrió la ventana, sorprendiéndome. Y cuando lo mire, la ultima llama de vida de el, había desaparecido. Yo debía de estar ahí. Yo. No el. Llore un rato mas. Su madre entro, y con una mirada, asintió. Me abrazo calidamente, y me susurro:
-Su luz brilla en ti.
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